martes, 29 de enero de 2013

LA MENTIRA DE MIS SENTIDOS






De hoy en adelante me empeñaré en intentar ver todo aquello que nadie vio. Para eso me vestiré de susurro y me colaré en todas las intenciones de amar, en todas las miradas de deseo, en todos los besos escondidos del temporal. Todo eso yo lo veré y de esa manera podré distinguir los colores que hay en un suspiro, las lágrimas evaporadas de mi primer desamor y el último pensamiento que tuvo la más querida de mis suicidas. Haré fotografías de los sueños de los delfines, retrataré el calor que habita entre dos cuerpos, captando la suave llanura que dibuja una despedida.

A partir de este momento tocaré lo que antes nadie ha tocado despierto. Desearé palpar el alma que llora encerrada dentro de un violonchelo cuando tú no estás; acariciaré la comisura de los labios de la luna y saldremos de la mano paseando entre los juegos de los naranjos de mi jardín. Todas estas huellas adormecerán mis manos para sólo despertarlas con el roce que da tu pelo, toda esta corriente de pisadas nos llevará a tantear el perfil de una noche de lluvia de estrellas, descubriéndome el enigma que hay tras mi rubor.

Y cuando vea el fondo de los barrancos y toque el aura de los pájaros, mis oídos se abrirán al escuchar los amoríos entre los libros de mi biblioteca. Me sentaré oculto de mocárabes y con sólo mirar los libros percibiré los quebrantos de sus autores.Oiré el trazo valiente de la pluma de Jaime Gil de Biedma cuando escribió su poema “Volver”; daré oídos a las tardes de verano de Federico en la vega. Andaré con cien oídos en cada uno de los rezos y paseos de San Juan de la Cruz; atenderé al último poema y al ritmo de la respiración jadeante de Benedetti y para terminar la tarde me reiré oyendo cantar en la ducha a Ángel González un bolero.


                    Virginia Moon - Foo Fighters - Norah Jones




miércoles, 16 de enero de 2013

TARDE DE VISITAS




 Hoy me descubro meditabundo en un manojo de rayos de luz de enero y vislumbro la danza inquieta de las motas de polvo, que esperan encontrar un segundo de tiempo en donde descansar.
Hoy los sentimientos  vienen y se quedan a vivir en ese rayo de albor nostálgico y como esas motas de polvo, se posan en mi regazo para ya nunca irse. Toman asiento, me miran a los ojos y se acurrucan en el rincón más cálido de mi reflexión para comenzar a presentarse con descarada entereza.

 El primero en presentarse es el miedo. El invisible miedo del que sólo oigo  su voz, la cual hace temblar mis labios.  Me habla de una chica enamorada del viento, con ojos color de mirra, manos frías de deshielo y reina en su palacio de chocolate. A su espalda la pesada carga de la desconfianza y la cobardía de un miedo que congela a diario el carburante de su auto. El miedo se adormece embriagado por los silencios de su misma voz, entre los espacios sin respiración,  prometiéndome que mañana olvidará a la niña enamorada.

A continuación, abrigado por fulares de mil colores surge el amor y de su mano el desamor al desnudo. Cara y cruz de una misma moneda, haz y envés de un mismo montón de hojas secas.
 El amor me confiesa su cansancio, adosado en las manos de miles de hombres y  mujeres a lo largo de la historia, me confiesa sus sueños de juventud  libres de impuestos vestuarios y me susurra sin querer el más cruel de los boleros. Agotado por el peso de sus sílabas, su esperanza cada día pesa más y termina haciéndome  una pregunta ¿qué queréis de mí?, ¿qué esperáis de mí?
Hoy el amor quiere una lágrima por donde escapar  y así poder cambiar de nombre y canción, hoy el amor quiere renovar su pasado, quiere pasar de incógnito el resto de la vida, emborracharse con su locura.

 Suena el timbre de casa y se presenta mi querida y temida soledad cargada de planes y proyectos. Su aspecto es saludable, los años no la envejecen y en sus mejillas reluce todavía el brillo del caramelo. En su compañía se escuchan voces a lo lejos, en su pelo siempre sopla la ventisca, en sus campos un solo corazón y un viejo roble.
Tras su olor, el recuerdo de aquellas tardes en la plaza de mi lozanía, en la fuente de mis versos,  tras su silencio la sensación de peso en los hombros y mil rincones que compartir.

Por hoy ya está bien. Miedo, amor y soledad,  ya no quiero más visitas.



Letra de un poema de Jaime Gil de Biedma.

Hay poemas como éste, que siempre te acompañarán.



martes, 1 de enero de 2013

PARA PEPE LUIS



Observas como cada día, desde tu rincón de olor a almazara y uvas pasas, el puzzle que forma tu vida constantemente se cae, se desordena, se tizna, se reconstruye, se para.

Hoy me retiro al más íntimo de mis recreos para revivir mis latidos de la mano de un hombre de pan duro, corazón de león y manos de tierra. Hoy queriendo darte un beso, di una patada a la muerte por llamarte sin yo saberlo. Hoy se fue de mi vida pero no de mi corazón Pepe Luis.

Siempre te sentí desde el corazón de la calabaza, desde el llanto del último mosto, desde la gota de rocío de la mejor de tus higueras. De tu mano el secreto de la vega, de tus ojos el color de la aceituna, de tu esfuerzo mil castillos a tus espaldas.

Tenerte en mi recuerdo será un privilegio, llorarte sólo una excusa para tenerte más cerca, hablar de ti un regalo, como la última de las naranjas de mayo, como la primera copa de vino.

 Hoy sentí en tu taberna la huella serena de la muerte, el sabor suave del vinagre en las miradas y el brindis eterno de un pueblo que ahoga su dolor vareando olivos de duelo.

Tú ya sabes que no guardaremos luto, el luto es para los muertos, el luto es para los cobardes.

Guardaremos tu esencia en cada una de nuestras letanías, en cada uno de nuestros piropos, en el ángulo recto de cada comisura que haga de tu recuerdo su hogar.

María seguirá saltando el mostrador para buscarte, Javi aprenderá a injertar las viñas, Vito recargará su corazón con el olor a pueblo  y yo te seguiré idealizando desde mi sueño de cristal.