domingo, 26 de mayo de 2013

MI AMOR A PROSERPINA





Proserpina, ¿dónde estás hoy?

El día nace color de otoño con flores en mi jardín.
La reina de Hades, sembrando su corazón unas veces de semillas de viento del norte y otras de doradas espigas de sol, maldice las caricias de Plutón, las lágrimas de las ninfas y  la sangre de aquella granada.

La tierra estéril siempre la espera, el color del invierno necesita del calor de su cítara, el frío le implora para escuchar el zumbido de las abejas.

Pero ella quiere huir de las cosechas, dejar libre a la noche de su alma,  buscar su verdadero amor lejos de las nieves del Averno, lejos de la diosa del trigo, lejos de las estaciones marcadas.
Vencer a la muerte, vencer a la resurrección, descubrir lo que une a la lascivia y a la inocencia, domar a la dualidad
y encontrar ese tercer paraíso mezcla de hombre y mujer.

Arenas de oro fino en otras playas, la promesa del primer espejismo en donde arder de deseo, el roce del primer beso eterno lejos de flores de bienvenida, el viento del jardín del pecado.







viernes, 17 de mayo de 2013

UN BUEN DÍA








Antes existían esos días en los que el único dueño del tiempo eras tú y el olor a tabaco de tu almohada. El tiempo lo congelabas como cubitos de hielo con forma de estrellas trasnochadas y sólo se derretía cuando mirabas por la ventana cada mañana para contar las motas de polvo.

La única prisa era dejar enfriar el café recalentado, la única pereza era levantarte para darle la vuelta al disco que destruiría todos tus planes de tregua, la única preocupación limpiar bien el pantalón que durmió en aquella sucia acera.

  Todo merecía la pena vivirlo, besarlo, beberlo, oírlo, tocarlo, olerlo, incluso fumarlo. Tu descontrol lo dejabas en manos de la chica más callada del bar, tras la huella de los vasos, todas las aspiraciones de una noche de juerga y de vez en cuando el olor de otra saliva por tu cuello. La bofetada de Gilda se convertía  en la mejor de las pruebas de amor, los amigos en el principal de tus pasatiempos y sus sueños en la mejor de tus inversiones.

Nada mejor ni más real, que tres o cuatro almas conectadas por el mal de amor, siempre a la deriva y abstraídos por el silbido eléctrico de  guitarras de blues y rock and roll y como escenario una esquina de humo unos días, otros un mirador de atardeceres y los mejores, un banco a la luz de una farola solitaria.

La ley de la gravedad no existía en tu mundo de juramentos de lealtad, los sueños flotaban por las plazas libres de hipotecas, la luz de los focos por la noche te daban todo el calor que necesitabas.

Eran años de vinilos manchados de sudor, de bronceados de color avellana, de pesetas de siete vidas y de cañas en el Amador.



sábado, 4 de mayo de 2013

EN LA ORILLA DE ALGÚN RECUERDO







Que me lleven a descansar al vuelo sereno del ciprés,
sobre una alfombra de brisa en mi última primavera.
El alma de los sueños, me ayudará a hablar el lenguaje
que habita en las mazmorras de la nada.
Por fin mi reino de juncos, dormirá para la eternidad
en una botella, que encallará de vez en cuando
en la orilla de algún recuerdo.

Que me lleven a descansar sobre la grieta del tronco caído,
abatido por la tormenta y trasnochado por la historia.
Seré morada y patio de recreo de insectos de refulgentes armaduras.
La niebla y su peso me ayudarán a esconderme en mi noche de murciélagos.

Que me lleven a descansar al faro que guía a la taberna de los piratas
 y a su barra pulida por el alcohol y por la sal de sus manos.
La rosa del viento y un horizonte iluminado serán mi lejano destino
 y Teles, la perfecta, cantará para mí desafiando a las Musas.

Que me lleven a descansar al destello del fuego en el cristal.
Ya nadie tocará mi alma, pero yo, seguiré encendiendo pupilas
 entre el frío que deja la pena y el olvido.

Que me lleven a descansar a la fiebre de las sábanas de aquella noche.
A ese cielo y a esas estrellas, donde dos alientos se hicieron uno,
donde el tiempo venció a lo cotidiano,
mientras el sonrojo se vistió de mañana.